Desinterés de la
población
En nuestro país, muchas mujeres son víctimas de acoso sexual callejero. Según El Comercio (2018), el Perú ocupa el segundo lugar de América en este tipo de casos. La cantidad de víctimas es muy elevada y es por eso que nuestro país es considerado como uno de los países con mayor violencia de género. Las mujeres, usualmente, son hostigadas o acosadas en el transporte público, en el trabajo, en los centros de estudio o en otros lugares. Uno de los factores que genera esto es el desinterés por parte de la población hacia esta problemática.
El desinterés por parte de la población hacia el acoso sexual callejero provoca mayor cantidad de víctimas, lo cual se puede explicar a partir de dos hechos. En primer lugar, nuestra sociedad carece de información sobre este tema. Esto se debe a que muchos programas de TV no nos brindan información suficiente sobre este problema y de las leyes que protegen a las mujeres. Incluso, muchas víctimas no denuncian este acto, porque no tienen confianza en las autoridades. Además, ellas no denuncian a sus perseguidores, por temor a la represalia, sobre todo en el ámbito educativo y laboral (Maza, 2018) y, a pesar de esto, no existe una página web personalizada, la cual permita relatar a las víctimas el episodio de acoso que vivieron o se brinde información sobre esta problemática. En el Perú, el mayor obstáculo para las víctimas es que el acoso no es un delito incluido en el Código Penal (El Comercio, 2018), debido a que solo es considerado una falta administrativa. Es decir, los acosadores solo son multados. Por esta razón, las víctimas se sienten impotentes por no saber o no conocer el proceso de denuncia.
En segundo lugar, en nuestro país, muchas personas tienen pensamientos erróneos o prejuicios sobre esta problemática. Ello se debe a que estos recibieron una educación machista. Es decir, los niños criados con esa concepción terminan siendo adultos violentos, exigentes e impulsivos (Gastelumendi, 2018). Por ello, muchos hombres creen que las mujeres buscan ser acosadas. Ellos sostienen que, si las mujeres muestran mucho de su cuerpo, con escotes, transparencias o minifaldas, los empujan a cruzar la línea del autocontrol (El Comercio, 2017). Es absurdo pensar que los hombres sean víctimas de sus impulsos, ya que pueden controlarse. Según Lansbury (2017), las mujeres algunas veces deben asumir su culpa, ya que la mayoría de ellas por intentar volverse más atractivas las pone en constante riesgo. Por esta razón, la sociedad no le presta la debida importancia a este problema, porque esto sucede frecuentemente. El acoso sexual callejero es el permanecer invisibilizado y, en este sentido, ser desconocido como una forma de violencia, debido principalmente a la cotidianidad de su ocurrencia (Kearl, 2010). Asimismo, los acosadores no consideran que piropear a una mujer sea malo o inadecuado, ya que, para ellos, es una forma de resaltar su masculinidad. Es más, una gran parte de la sociedad cree que esto es parte de nuestro estilo de vida y que debemos acostumbrarnos.
En conclusión, el incremento de víctimas es provocado por el desinterés de la población hacia este problema. Además, la mayoría de personas cree que esto es solo un juego y que no tiene consecuencias graves. Sin embargo, esto no es así, ya que las acosadas experimentan consecuencias a nivel intrapsíquico. Incluso, en algunos casos, manifiestan sentirse violadas. Por esta razón, las mujeres no debemos ser utilizadas como objeto. Sin embargo, también es importante saber que las personas deberían comprometerse a cambiar esto con la realización de actividades y campañas sociales. Si este problema sigue existiendo, es probable que se agrave en un futuro.